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Autoexigencia Destructiva

por | Ene 15, 2022 | Higienismo

Hemos visto lo que es la autoexigencia, pero esta puede ser destructiva? Lo veremos…

Ahora respondemos a la siguiente pregunta:

¿Cómo actúa una persona auto-exigente?

La auto-exigencia desmedida puede arruinar tu vida. Ya entrariamos en lo que hemos titulado; Autoexigencia Destructiva. Las personas, auto-exigentes sostienen un alto nivel de aspiración que las liga a un estado permanente de ansiedad, tensión y frustración. Todo ello hace que sufran un malestar significativo y su comportamiento condiciona su vida familiar, afectiva y laboral.

La auto-exigencia genera bastante sufrimiento, ya que la persona auto-exigente confunde lo inaccesible con lo accesible, convierte sus retos en obligaciones y acaba siendo una esclava de ella misma ya que desconoce sus propios límites. Tiene una baja autoestima que intenta aumentar a toda costa, pero de una manera errónea, demostrándose y demostrando que puede con todo lo que se propone.

Las personas auto-exigentes son como máquinas que siempre están en funcionamiento y que nunca se apagan del todo porque viven luchando contra el tiempoSu vida es una catarata de obligaciones, pero vacía de satisfacciones; la comunicación con los demás es pobre ya que prioriza ante todo sus negocios, y su biografía se puede resumir leyendo su agenda, escasa de sentimientos, aburrida y tediosa, pero con óptimos resultados financieros.

Su preocupación por el orden y el control hace que su casa parezca un museo donde todo está en exhibición en estricto lugar y en perfecta armonía con todo lo demás, dando la impresión que es un sitio donde nadie vive.

La persona auto-exigente no puede disfrutar del ocio ni tampoco de su trabajo, porque se impone metas demasiado ambiciosas que le cuesta mucho cumplir, pero que lo hacen sentir peor si no logra realizarlas.

Su autoimagen está distorsionada y se mueve en dos direcciones que parecen contradictorias pero que funcionan como complementarias: una que parte de su baja autoestima y que le lleva a la voluntad de ser “la mejor” en lo que se propone y que va más allá que las demás personas, lo que tiene como objetivo la valoración de sí mismo. Y la otra, parte de una autoimagen idealizada que utiliza como prototipo de cómo le gustaría ser, pero que la aleja de sí misma y que va ligada a la necesidad y búsqueda de reconocimiento.

Ámbito laboral

La persona auto-exigente no acepta la idea de que no puede con muchas de las cosas que se ha propuesto ya que aceptarlo implica asumir que para ella también hay límites, como para todos, y conocerlos la enfrentaría con su techo. En lugar de ello se instala en una falsa ilusión que confunde con realidad.

Mediante el perfeccionismo intenta controlar sus actos imponiéndose una autodisciplina férrea de la que se siente muy responsable, culpándose si no la cumple; tarea difícil ya que está sujeto a la previsión y planificación de todo lo que hace, lo que ejecuta con una minuciosidad más allá de lo razonable. Su actitud perfeccionista, sinónimo de control, rige sus propósitos y sus actos, que revisa reiteradamente, lo que le hace perder mucho tiempo y eficacia. Esta inseguridad ante los posibles errores le dificulta tomar decisiones, tolerar los cambios y disminuir la capacidad de experimentar ya que no sabe cómo manejar el miedo a la incertidumbre. Para neutralizar este miedo utiliza como “prevención” una serie de mecanismos de control desmesurados de los que es esclava, y que dirigen y bloquean su vida profesional y personal.

Hay una dificultad muy importante de auto-aceptación, se valora por lo que hace y no por lo que es, y está convencida de que las demás personas piensan lo mismo que ella, supuesto que le produce un gran malestar y le empuja a seguir esforzándose sin tregua. Le cuesta delegar, porque al no confiar en sí misma tampoco confía en que los demás hagan bien el trabajo si no los puede controlar, y esto le pone en una situación de sobrecarga laboral que le provoca un estrés que no puede manejar adecuadamente, y a donde llega a través de sentimientos de frustración e impotencia.

Se juzga continuamente, lo que alimenta su inseguridad y su necesidad de control hacia las cosas que hace para comprobar si están bien hechas. Esta secuencia de comportamiento le hace entrar en un bucle obsesivo que desencadena estrés y desarrolla síntomas psíquicos y físicos poniendo en peligro su salud.

Tiene muy poca tolerancia a la frustración y escasa resistencia a la crítica y puede desmoronarse fácilmente cuando no puede estar a la altura de sus expectativas y las cosas escapan de su control.

Cuando deciden salir de vacaciones se llevan sus computadoras y algunas carpetas, por las dudas, y contratan todos los servicios por adelantado sin dejar nada librado al azar, porque son personas que no toleran lo imprevisto y que necesitan sentirse seguras y contenidas. Las personas auto-exigentes viven alienadas en sus ocupaciones y no pueden tomarse la libertad de descansar, por eso convierten a sus vacaciones en otro trabajo.

Cuando se jubilan pueden perder el sentido de la vida, caer en una depresión y declinar físicamente en poco tiempo; o bien cambiar radicalmente y abandonarse.

Ámbito de las relaciones

La persona auto-exigente le exige a los demás tanto como a ella misma; su matrimonio puede fracasar, porque difícilmente encuentre a alguien dispuesta a aguantar el mismo ritmo; y sus hijos pueden rebelarse contra su disciplina militar y tomarse la libertad que ella se niega, como tener adicciones, no estudiar ni trabajar.

Las relaciones se ven afectadas, tanto las de amistad, como la de pareja y la de los hijos ya que este control excesivo que actúa como “una medida preventiva” ante el miedo al descontrol, interfiere en sus emociones, que no encuentran lugar en su mundo interno para ser sentidas y expresadas. De hecho, la relación que queda más desajustada es la que tiene consigo misma, ya que nunca está suficientemente satisfecha con lo que hace.

La persona auto-exigente se esfuerza para ser mejor que los demás; y para lograrlo está dispuesta a hacer cualquier sacrificio renunciando a sus propios íntimos deseos.

La necesidad de ser valorada y de no decepcionar a los demás le lleva a “no saber decir que no” cuando le piden algo; esto la hace comprometerse en cosas a las que no puede llegar por falta de tiempo y de fuerzas, pero que ilusoriamente imagina que sí. El resultado es justamente el contrario de lo que pretende, ya que acaba decepcionando a quienes habían puesto expectativas en ella y para quienes finalmente termina no siendo creíble.

La persona auto-exigente agrega a su dominio de sí mismo un componente sadomasoquista, porque se vuelve déspota, autoritaria y le exige a los demás de la misma forma.

La capacidad de empatía suele estar mermada, ya que conlleva ponerse en el lugar del otro e intentar sentir o pensar lo que el otro siente y piensa, pero en este caso, al estar las emociones parcialmente bloqueadas, el feedback relacional está desactivado y la comunicación se establece desde la vertiente más racional.

Ámbito de la salud

La falta de tolerancia a la frustración ante la idea de equivocarse le impide tolerar el mínimo error, y la no aceptación de sí misma retroalimenta una actitud perfeccionista y de revisión constante que termina siendo obsesiva y que la remite a una insatisfacción que se cronifica con el paso del tiempo.

El estrés generado por la sobrecarga que se autoimpone tanto física como emocionalmente, y que tiene como objetivo conseguir superarse continuamente sin permitirse demasiadas satisfacciones, la llevan a una situación límite que compromete sus necesidades biológicas más básicas como las de descansar y dormir. Estas necesidades no son percibidas como algo importante, ya que la persona auto-exigente no suele percibir las señales corporales que utiliza el cuerpo para avisarnos, de hecho, es como si tuviera el termostato estropeado, y finalmente el cuerpo es tratado como algo que no necesita demasiado cuidado.

Todo ello compromete su salud, y si el estrés persiste y no encuentra la manera de gestionarlo acaba desarrollando síntomas que pueden abocar en enfermedad.

Síntomas psíquicos comunes de las personas auto-exigentes:

  • Ansiedad
  • Ataques de pánico
  • Fobias
  • Depresión
  • Angustia
  • Agotamiento mental

¿Qué podemos hacer si somos auto-exigentes?

  • Empezar a trabajar para aumentar la autoestima
  • Aprender a poner límites para que la valoración de nosotros mismos no dependa de lo que hacemos por los demás ni de nuestro perfeccionismo.
  • Identificar los propios límites y contrastarlos con lo que queremos emprender, para partir de una base sólida y realista. Identificar los ámbitos en los que somos auto-exigentes para ver cuáles son nuestras inseguridades y puntos débiles y nuestros puntos fuertes.
  • Entrenarnos para aprender a tolerar y manejar la frustración. No dar tanta importancia al resultado de lo que emprendemos sino al sentido que tiene para nosotros.
  • Aprender a delegar para evitar el estrés. Aprender a identificar y expresar nuestras emociones para mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás. Intentar ponernos en el lugar de los demás para crear empatía. Buscar tiempo de ocio para hacer cosas que nos gusten, y darnos satisfacciones.

Como ya hemos podido leer, la autoexigencia puede “coger” un grado más y ser destructiva, incluso si no lo es de base ya.

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