“La vida es un proceso de cansarse”. Samuel Butler, 1912
Todos sabemos lo que es sentirse fatigado de vez en cuando. Es una señal normal emitida por el cuerpo para obtener sueño. Para quienes gozan de buena salud, una sólida noche de sueño recargará sus baterías y los hará sentirse de primera categoría nuevamente. Se despiertan anticipando alegremente los desafíos del día y se sienten impulsados por una fuerza interior que parece decir: “¡que empiece el día!”
El escenario anterior, sin embargo, no es cierto para todos. Para muchos, despertarse por la mañana les trae una sensación de insuficiencia y temor a medida que enfrentan desafíos que no tienen fuerzas para enfrentar. Este creciente número de personas se encuentra en un estado persistente de fatiga incesante. Alternativamente se sienten cansados, muy cansados y exhaustos. Arrastrándose al consultorio del médico, estos son los individuos que están siendo etiquetados con el diagnóstico médico del “Síndrome de Fatiga Crónica” (S.F.C.). (Nota de traducción: “CFS” son sus siglas en inglés. En español se lo conoce también como Encefalomielitis miálgica – “ME”)
Antes del “Síndrome de Fatiga Crónica”
Al menos desde el siglo XVIII, hay numerosas referencias a la causa de la fatiga y su papel en la enfermedad. El neurólogo estadounidense George Miller Beard popularizó la idea de que la energía nerviosa puede agotarse y en un artículo de 1869 acuñó el término “neurastenia”. Beard formuló la hipótesis de que el problema se debía al aumento de la tecnología y cómo ésta afectaba la homeostasis del individuo. La noción de que la energía nerviosa perdida desempeñaba un papel vital en la enfermedad fue adoptada con entusiasmo por el estadounidense S. Weir Mitchell, padre de la neurología, quien se convirtió en promotor de su “cura de descanso”, requerida para restaurar la energía del sistema nervioso en estos pacientes. Numerosas explicaciones han surgido para la fatiga crónica desde entonces.
“Síndrome de Fatiga Crónica” como Diagnóstico
La popularidad del término “Síndrome de Fatiga Crónica” comenzó a fines de la década de 1980. La medicina moderna ha elegido encapsular la fatiga crónica como una entidad de la enfermedad que es desconcertante y difícil de definir. El SFC como diagnóstico médico ha crecido en popularidad a medida que los médicos encuentran legiones de pacientes en aumento que se quejan de fatiga, depresión, dificultades de concentración, irritabilidad, dolores musculares y articulares y una serie de otras quejas que no pueden atribuirse a un diagnóstico específico. Los síntomas del paciente a menudo son severos hasta el punto de la discapacidad y estos cansados individuos pueden consultar diversos médicos tratando desesperadamente de llegar tanto a un diagnóstico como a un plan de tratamiento.
Muchas personas con fatiga crónica pasan por una miríada de pruebas, yendo de un especialista a otro solamente para ser etiquetados con SFC a través de un proceso de eliminación. La fatiga crónica es una de las quejas más comunes que los médicos escuchan de los pacientes. Una vez eliminados los diagnósticos mejor definidos, el SFC se convierte en un diagnóstico predeterminado o “diagnóstico de exclusión” conveniente, una forma en que el médico puede decir: “No sé qué le sucede”.
Definición de SFC
Se ha debatido mucho cómo definir el SFC. Se ha intentado llegar a una definición y está en la línea de excluir las condiciones más que enunciar lo que es y cuáles son sus causas. Según las pautas establecidas en 1994 junto con los Centros para el Control de Enfermedades, para recibir un diagnóstico de síndrome de fatiga crónica, un paciente debe cumplir dos criterios:
- Tener fatiga crónica severa de seis meses o más de duración, junto con otras afecciones médicas conocidas excluidas por el diagnóstico clínico.
- Al mismo tiempo, tener cuatro o más de los siguientes síntomas: deterioro sustancial en la concentración o memoria a corto plazo, dolor de garganta, ganglios linfáticos sensibles, dolor muscular, dolor de múltiples articulaciones sin hinchazón o enrojecimiento, dolores de cabeza de un nuevo tipo, patrón o severidad, sueño no reparador y malestar post-esfuerzo que dura más de 24 horas.
Está claro que incluso cuando un paciente se ajusta a este diagnóstico, tiene poco beneficio. No tienen ni idea (tanto como el médico que les dio el diagnóstico) de lo que les sucede. Etiquetar los síntomas de un paciente no explica por qué están enfermos o cómo devolverlos a una buena salud. No obstante, el diagnóstico del “Síndrome de Fatiga Crónica” (SFC) ha crecido en popularidad a medida que un número creciente de pacientes se queja de fatiga, depresión, dificultades de concentración, irritabilidad, dolores musculares y articulares y una serie de otras dolencias.
Numerosos pacientes acuden a nuestra oficina diagnosticados con Síndrome de Fatiga Crónica o simplemente sufren de fatiga crónica y no saben cómo recuperar la salud, incluso después de ver varios médicos y probar numerosos remedios. Se sienten comprensiblemente frustrados por no saber qué es lo que está mal. La mayoría tiene largas historias de cómo han sido “tratados” sin éxito.
Es importante destacar que los pacientes que vemos con “fatiga crónica” son muy diferentes a pesar de que muchos de ellos son diagnosticados con “síndrome de fatiga crónica”.
Me refiero al “Síndrome de Fatiga Crónica” como un “Diagnóstico de tacho de basura”, ya que constituye parte de una pila de basura médica en la que se colocan cientos de miles de pacientes cada año. Otros diagnósticos del tipo tacho de basura que se han popularizado incluyen “fibromialgia” y “síndrome del intestino irritable”.
Los pacientes etiquetados con SFC son tratados por médicos (después de una serie de pruebas de diagnóstico médico negativas) típicamente con antidepresivos, estimulantes y recetas para tratamientos psicológicos, o simplemente con el consejo de que “tendrás que aprender a vivir con eso”.
¿Para qué le sirve al médico adjuntar el nombre “Síndrome de Fatiga Crónica” a los síntomas del paciente? El título no ayuda al paciente a recuperarse ni lo conduce hacia un plan de acción constructivo a seguir. El diagnóstico le sirve al médico de dos maneras:
- Le da un nombre al paciente para identificar sus síntomas. Por lo tanto, el médico ha “hecho su trabajo” desde que dio un diagnóstico.
- El médico puede asignar un código de seguro a la factura del paciente y recetar un medicamento no específico para los síntomas del paciente. El paciente continúa por el camino de la enfermedad, pero el “problema” ha sido “diagnosticado” y se le ha dado un “tratamiento”.
El Síndrome de Fatiga Crónica es un título confuso usado por médicos incapaces de determinar por qué un paciente está crónicamente enfermo y perplejo sobre qué hacer al respecto.
En base a la experiencia con numerosos pacientes etiquetados con “Síndrome de Fatiga Crónica”, junto con los pacientes con los que he trabajado en los últimos treinta y cinco años que acudieron a nuestra consulta quejándose de fatiga crónica antes de recibir un diagnóstico médico, hay un denominador primordial: la mala salud.
Mientras no se aborden las causas de una buena salud, los pacientes permanecen fatigados y enfermos. Desafortunadamente, muy pocos médicos se toman el tiempo y se esfuerzan por identificar cuáles son los verdaderos factores responsables en cada paciente.
Los pacientes etiquetados con “SFC” no están simplemente cansados. Se sienten mal por todos lados. Los pacientes a menudo al principio dudan si decir lo mal que se sienten. En muchos casos, simplemente declararán su síntoma más molesto; por ejemplo, dolores de cabeza, mala digestión, dolor lumbar, dolores artríticos, etc. Con toda la especialización en el campo médico, así es como los pacientes han sido entrenados para responder, es decir, para concentrarse en los síntomas en un área del cuerpo. Sin embargo, un sondeo adicional revela a un individuo que no se sintió bien en muchos años. Para algunos pacientes, la disminución en su salud ha sido tan gradual que no reconocen cuánto se ha deteriorado su salud hasta que se inicia un verdadero programa de salud y se restablece la vitalidad total. Es asombroso cuántos pacientes (incluso muchos médicos que me consultaron sobre sus propios problemas de salud) han aprendido a aceptar el sentirse exhaustos como una forma de vida hasta que simplemente no pueden seguir funcionando.
El paciente que en el cuestionario de nuestra clínica afirma que su salud es “excelente”, a menudo más tarde revela que tiene estreñimiento y/o diarrea, gases frecuentes, problemas para levantarse de la cama por la mañana, dependencia de café, cigarrillos, refrescos u otros estimulantes, problemas en la piel, mal aliento, rigidez en las articulaciones, etc., pero que “en general” su salud es “buena”. Después de todo, continúa el paciente, “¿no todos tienen este tipo de problemas?”. Tristemente, la respuesta es sí, cada vez más individuos en nuestra sociedad están experimentando degeneración física y sintiéndose crónicamente pésimos cada vez más temprano en sus vidas. La fatiga crónica se ha convertido en la norma para muchos, acompañada de molestias y dolores musculares, dolores de cabeza, indigestión, irritabilidad, brotes en la piel, dependencia del café y otros estimulantes, alteraciones del sueño, etc. Estos problemas gradualmente y de manera insidiosa se han ido convirtiendo en la normalidad. He sido testigo de esto incluso en jóvenes de veintitantos años que ya experimentaban signos tempranos de deterioro físico. Tristemente, muchos aceptan sus problemas digestivos, la dependencia de estimulantes, la incapacidad para concentrarse, la fatiga crónica, la depresión, etc., como algo “normal”.
Se deben tomar dos pasos esenciales para ayudar a asegurar que el viaje del paciente hacia una buena salud (que incluye deshacerse de su fatiga crónica) sea exitoso:
- Abordar la salud general del paciente tomando los pasos adecuados para apoyarlo, incluyendo patrones de descanso y sueño, exposición al sol, adecuada actividad, adecuada agua pura, aire fresco, dieta apropiada, equilibrio mental, ausencia de hábitos tóxicos, etc. Estos factores son básicos para lo que nos hace ser seres humanos y, sin embargo, en general se pasan por alto o se les da un simple discurso en la mayoría de los consultorios médicos. Debido a que estos son básicos para la salud, cualquier otra medida que se instituya sin abordar estos primero, sin duda fracasará. Desafortunadamente, la mayoría de los médicos no tienen la inclinación, el entrenamiento o la experiencia para repasar estos aspectos más importantes de la salud con sus pacientes.
- Abordar las debilidades específicas en la composición bioquímica de la persona, ya que cada uno de nosotros es único en un número infinito de formas. Hay una gran cantidad de diferencias entre nosotros en términos de nuestra composición. A esta variabilidad genética se suman las numerosas variables ambientales que interactúan con nuestra composición genética. Saber qué hace que cada persona sea única permite un enfoque individual efectivo. Para realizar esta evaluación, se requiere de un profesional con un profundo conocimiento de la nutrición clínica, la epidemiología clínica y el uso apropiado de pruebas funcionales de laboratorio. Los factores que contribuyen a la fatiga crónica del paciente que el profesional médico debería considerar incluyen los siguientes:
- Alergias a los alimentos
- Desequilibrios de aminoácidos
- Agotamiento de minerales, anemia y otros desequilibrios nutricionales
- Hipotiroidismo
- Desregulación del azúcar en sangre / hipoglucemia / diabetes
- Condiciones tóxicas: una acumulación de subproductos metabólicos puede provocar un deterioro significativo de la capacidad del cuerpo para producir energía.
- Deterioro de la función hepática: el hígado tiene numerosas funciones, incluido el control del azúcar en sangre y la desintoxicación.
- Hipoadrenalismo: las glándulas suprarrenales producen adrenalina y cortisol, los cuales influyen en la producción de energía.
- Candidiasis
- Enfermedades autoinmunes
- Depresión de origen psicológico: la depresión y la fatiga comúnmente ocurren juntas
- Medicamentos recetados: la fatiga es un efecto secundario común de muchas drogas
- Enfermedad ambiental u ocupacional. Las sensibilidades / alergias ambientales comúnmente implican una pérdida de vitalidad.
- Disturbios digestivos crónicos / disbiosis intestinal: cuando se altera la digestión y/o la función intestinal, también lo hace la producción de energía.
La fatiga es el denominador más común de todos los problemas de salud. Cuando el cuerpo no puede producir energía suficiente, por la razón que sea, se produce fatiga. La fatiga representa el cuerpo que clama pidiendo ayuda … nos señala que debemos hacer un esfuerzo para identificar aquello que estamos haciendo que drena la vitalidad de nuestro cuerpo más rápido de lo que está siendo reemplazada, y que corrijamos el problema antes de que ocurra daño. Las razones de la fatiga son numerosas, pero para un médico concienzudo las respuestas son generalmente inmediatas y rara vez, o nunca, deberían incluir el uso de drogas.
CASOS DE ESTUDIO
Los siguientes casos de estudio ejemplifican algunos de los pacientes con los que he trabajado, a los que se les había diagnosticado el “Síndrome de Fatiga Crónica” por parte de sus médicos, y cómo recuperaron la salud.
Caso de estudio número uno
Una mujer de cuarenta y dos años se presentó en nuestra oficina con diagnósticos médicos de síndrome de fatiga crónica y síndrome de intestino irritable. Ella tenía una variedad de otras quejas, incluyendo depresión y dolores musculares. Sus médicos le recetaron antidepresivos, laxantes, relajantes musculares y sedantes.
Historia del paciente
La paciente había tenido mala salud durante más de una década. Su fatiga había ido en aumento y ya no había día en que se sintiera enérgica. Ella describió sus niveles de energía como variando entre “malo y terrible”. La fatiga, junto con los síntomas del intestino irritable, estaba interfiriendo en su trabajo como contable y se encontraba a punto de divorciarse de su esposo de 16 años de matrimonio admitiendo que gran parte del problema era el mal genio que había desarrollado junto con su mala salud. Su historia incluía beber de tres a seis tazas de café por día acompañado de muchos dulces y pasteles que picaba durante todo el día. Ella tenía poco apetito que no sea para dulces. Se quedaba hasta la medianoche la mayoría de las noches y usaba varias tazas de café por la mañana para estimularse. Sus intestinos fluctuaban entre el estreñimiento y la diarrea. Tenía una extensa historia de dolores de garganta e infecciones sinusales por los que se le habían administrado numerosos ciclos de antibióticos con un promedio de tres a cuatro ciclos de antibióticos por año. La paciente raramente tenía contacto con aire fresco o luz solar y tenía poca vida social.
Presentación del paciente
La paciente era delgada, pálida y parecía deprimida y ansiosa.
Examen físico
Los signos vitales estaban dentro de los límites normales. La paciente era sensible al tacto sobre los hombros, la espalda y los brazos.
Laboratorio
Los estudios de laboratorio estándar se encontraban dentro de los límites normales, incluyendo un hemograma completo, química sanguínea y perfil lipídico. Se realizaron pruebas digestivas funcionales que incluyeron una evaluación exhaustiva de la dieta del paciente, un test de candidiasis, microbiología de heces y un índice de estrés suprarrenal para medir los niveles de cortisol del paciente. La dieta era pobre en nutrientes con insuficiencia de minerales, proteínas de calidad, ácidos grasos esenciales y fibra. La flora intestinal se vio gravemente alterada y el test de candidiasis fue significativamente elevado. Los niveles de cortisol fueron bajos a lo largo del día.
Se diseñó un programa integral para el paciente. Le expliqué que sus síntomas, incluidos la fatiga crónica, los dolores musculares y los problemas intestinales, fueron en gran parte el resultado de hábitos de salud deficientes durante mucho tiempo combinados con el estrés continuo. Estos hábitos habían resultado en problemas de digestión, desequilibrios en la flora intestinal y un debilitamiento de su sistema endocrino. Le advertí que sin cambios ella probablemente continuaría empeorando con el tiempo y, a la luz de la historia de los padres, particularmente la insté a hacer todos los esfuerzos posibles para que las cosas cambiaran.
La paciente recibió instrucciones sobre la necesidad de eliminar sus hábitos tóxicos, incluidos el café y la comida chatarra. Se le fijó un horario para acostarse temprano. Su reforma dietética comenzó con una dieta líquida de agua purificada y caldo de verduras solamente durante dos días. Luego se introdujo gradualmente una dieta de alta calidad de vegetales frescos, proteínas de buena calidad, cantidades limitadas de granos no glutinosos, ácidos grasos esenciales y otros elementos esenciales de la dieta. Se emplearon suplementos minerales específicos como medida temporal para ayudar a su recuperación. Se llegó a un acuerdo sobre un programa de actividades al aire libre y baños de sol, como caminatas diarias, que se incrementaron en la distancia a medida que ella mejoraba la salud. La alenté a tratar de sanar su relación con su esposo, así como ir a lugares donde podría desarrollar nuevas amistades. Hablamos sobre la conveniencia de que ella tenga un perro como acompañante, ya que a ella le gustan los perros.
Resultado
La paciente respondió de manera positiva y rápida al programa dado después de un empeoramiento inicial de sus síntomas durante los primeros días cuando se quitó el café y los dulces. Informó sentirse más relajada y le resultó más fácil dormir. En menos de tres semanas, la fatiga comenzó a disiparse acompañada de una mejora en su funcionamiento intestinal y una disminución significativa de los dolores musculares en sus hombros y brazos. Perdió su gusto por los dulces y pronto disfrutaba de alimentos naturales y saludables.
Su relación con su esposo también comenzó a suavizarse y se sintió más como socializadora con los demás.
Las causas específicas de la fatiga de esta paciente se identificaron y abordaron mediante el empleo de un programa de atención individualizado basado en su historial y pruebas de laboratorio. Su “síndrome de fatiga crónica” se convirtió en algo del pasado al implementar los pasos necesarios para desarrollar la salud.
Caso de estudio número dos
Presentación del paciente
Una mujer de treinta y cuatro años fue referida a nuestra oficina. Las principales quejas de la paciente fueron fatiga crónica severa de dos años de duración, dolor muscular generalizado, dolor lumbar, depresión, memoria deficiente, obesidad, períodos irregulares, estreñimiento y acné. Ella había estado con dos médicos internistas y un psiquiatra, que le habían diagnosticado “síndrome de fatiga crónica, depresión crónica y fibromialgia” y le recetaron varios medicamentos recetados para sus síntomas.
Su trabajo médico incluyó análisis de sangre, hemograma completo, perfil tiroideo, estudios radiográficos, velocidad de sedimentación, estudio del virus Epstein Barr y una prueba de detección de hepatitis (todas negativas). Se le había prescripto los relajantes musculares Naprosyn y Prozac. Después de más de dieciocho meses de prescripción de medicamentos y atención médica, la paciente consultó con un Doctor en Quiropráctica que trabajó con la paciente durante seis meses adicionales sin mejoría significativa.
La paciente estaba desalentada con su fatiga crónica en curso y otros síntomas y expresó pocas esperanzas para el futuro. Estaba desconcertada y consternada por el hecho de que tenía un sobrepeso significativo y que el ejercicio no había sido útil.
Historial
- Antecedentes familiares de asma y alergias.
- Consumo de alimentos convencionales.
- Uso de la píldora anticonceptiva durante seis años.
- Insatisfacción con su empleo como dietista del hospital.
Hábitos personales
- Bebía una gran cantidad de jugos de fruta diariamente junto con cantidades copiosas de pasta.
- Dormía de seis a siete horas por noche.
- Se ejercitaba en un spa de salud seis días a la semana, de una a dos horas por día.
- Bebía tres tazas de café al día.
- Recibía poco sol y aire fresco.
- Hábitos irregulares de baño.
Examen físico
La paciente tenía sobrepeso significativo para su altura y tenía presión arterial baja. A pesar del ejercicio intenso, los músculos eran pequeños y flácidos. El tono de la piel era pobre. La punta de la lengua estaba dolorida. La palpación espinal reveló múltiples desalineaciones recurrentes y espasmos musculares. El cabello y los ojos del paciente eran apagados. Ruidos gástricos significativos se escucharon con la auscultación.
Estudios de laboratorio
Al revisar los informes de laboratorio que trajo el paciente, noté una glucemia en ayunas de 98. Si bien esto cae en el “rango de referencia médica normal”, era demasiado alto para un nivel saludable de azúcar en sangre en ayunas. Sus niveles de colesterol eran bajos en 100. Solicité una prueba de tolerancia a la glucosa (seis horas), pruebas de alergia a alimentos, análisis de aminoácidos y microbiología de heces junto con un análisis cuidadoso de la dieta del paciente.
Resultados de laboratorio
El nivel de prueba de tolerancia a la glucosa cayó a menos de 35 mg de glucosa por 100 CC de sangre en la cuarta hora, una reacción típica de hiperinsulina. Una revisión cuidadosa de la dieta de la paciente reveló una gran ingesta de carbohidratos refinados acompañados por ingestas mínimas de vitaminas del complejo B y minerales traza. El análisis de aminoácidos plasmáticos mostró que la paciente tiene un nivel bajo de siete de los diez aminoácidos esenciales, incluidos la fenilalanina y la tirosina, precursores importantes de las hormonas y los neurotransmisores. La microbiología de las heces mostró una ausencia casi completa de flora intestinal normal. Las pruebas de alergia alimentaria mostraron una respuesta inmune grave al trigo, que el paciente ingería regularmente.
Curso de acción
Luego de una larga conversación con la paciente sobre las razones por las cuales sentí que estaba enferma, la paciente recibió una dieta limitada de vegetales y proteínas inicialmente, eliminando así los alimentos a los que había probado ser alérgica, reduciendo la carga de sus sistemas digestivo y endocrino. Recibió instrucciones de comer pequeñas cantidades de comida tres veces al día y de acostarse a las 10:00 pm cada noche. El café fue eliminado. Durante los primeros días, la paciente experimentó dolores de cabeza, que pasó sin tomar drogas. Recibió instrucciones de disminuir la cantidad de ejercicio en el spa, acordando que vaya cada dos días durante un máximo de 30 minutos cada vez, y a regañadientes aceptó las instrucciones. También insistí en que pasara tiempo fuera de las puertas para obtener luz del sol y aire fresco, de los cuales carecía mucho.
De forma temporal, se le administraron cantidades adicionales de los aminoácidos específicos que habían dado bajos en las analíticas. Se le instruyó a que masticara bien, a que comiera lentamente y a establecer hábitos de baño regulares.
Resultado
Los primeros días fueron difíciles ya que dejó los alimentos alérgicos, el café y los dulces, pero se sintió alentada por los signos positivos. Hubo una mejora notable en su digestión y eliminación seguida de mejoras significativas en su nivel de energía. En los primeros treinta días perdió diez libras a pesar de que había reducido significativamente la cantidad de ejercicio. Su pérdida de peso continuó durante los siguientes cinco meses, lo que resultó en la pérdida de más de 25 libras. Esto se debió a que su metabolismo funcionaba de manera mucho más eficiente. Discontinuó sus medicamentos de drogas. La lengua adolorida disminuyó a medida que las deficiencias de su cuerpo se corrigieron con una mejor dieta y digestión, y su cabello y ojos adquirieron un nuevo resplandor. Su fuerza muscular mejoró, al igual que su tono de piel. La rigidez muscular y el dolor lumbar comenzaron a disiparse durante las primeras tres semanas. La paciente aprendió a disfrutar de estar al aire libre y comenzó a pasar menos tiempo dentro y más tiempo afuera disfrutando de caminatas y jardinería.
Análisis
La mejora de la digestión y la asimilación son fundamentales para mejorar la energía, la salud de la piel y el buen funcionamiento mental. Con una mejor digestión la comida podría transformarse eficientemente en tejido humano. La eliminación de alérgenos permitió que disminuyan las reacciones inflamatorias en los músculos y las articulaciones. El refuerzo de los niveles bajos de aminoácidos y la implementación de hábitos alimentarios adecuados junto con una dieta variada de alimentos integrales también fueron fundamentales para la recuperación y suministraron mayores cantidades de minerales y vitaminas para servir como catalizadores para la producción de energía. Las horas de sueño antes de la medianoche son importantes y acostarse antes permite que se produzca la curación. La pérdida de peso se logró no colocando al paciente en ningún programa de pérdida de peso, lo que creemos es siempre un enfoque equivocado, sino al mejorar la salud del paciente. Creemos que esta es la manera más efectiva de normalizar el peso de un paciente, ya sea que tenga un peso superior o inferior al normal. La paciente tomó una forma de vida que estaba en línea con sus necesidades biológicas.
Caso de estudio número tres
Presentación del paciente
Un hombre de cincuenta y tres años sufrió durante más de seis años con múltiples quejas de fatiga crónica, depresión e indigestión. Su mayor preocupación era su grave fatiga crónica que le hizo la vida muy difícil. Su trabajo estaba en peligro debido al bajo rendimiento. Consultó a un internista, que después de realizar pruebas de laboratorio estándar (que fueron negativas) le diagnosticó Síndrome de Fatiga Crónica y le recetó Prozac. La droga empeoró la fatiga. En un par de meses, la ansiedad del paciente volvió a pesar del Prozac. Leyó un artículo sobre alergias potencialmente relacionadas con la fatiga crónica y acudió a un médico alergista donde le hicieron un parche cutáneo. El alergólogo informó que era alérgico al polvo y sugirió que el paciente colocara cubiertas plásticas sobre el colchón y las almohadas. Esto no alteró la condición del paciente. El paciente también estaba preocupado por su indigestión, que le hacía tener una cantidad considerable de gases a lo largo del día, provocando una situación embarazosa en su oficina. El paciente comentó que estaba muy cansado de estar cansado y frustrado al tratar de encontrar soluciones. Le gustaba ser activo y participar en actividades al aire libre, pero la fatiga se lo dificultaba. Obtenía suficiente descanso y sueño, tenía buenas relaciones familiares e intentaba cuidar su dieta esmeradamente. Dijo sentir antojos de maíz en cualquier forma y cualquier cosa con tomates en ellos.
Examen físico
Los signos vitales del paciente eran normales. Hizo todo lo posible por ser agradable, pero estaba claro que estaba cansado y deprimido. Estaba hinchado y la percusión de su región abdominal indicaba que había grandes cantidades de gases en sus intestinos.
Pruebas de laboratorio
Se realizó una química sanguínea, hemograma y pruebas funcionales de laboratorio. La química sanguínea y el conteo sanguíneo del paciente estaban dentro de los límites normales. El paciente tuvo varias reacciones severas de anticuerpos a los alimentos, incluyendo maíz, tomates, trigo y leche. Sus niveles de cortisol salival fueron elevados. La microbiología de las heces reveló una cantidad de bacterias anormales presentes y la casi ausencia total de bacterias normales.
Plan de acción y resultado
El paciente fue inicialmente puesto en una dieta líquida durante tres días para descansar su tracto digestivo y permitir que se desensibilice de sus alergias a los alimentos. Esto fue seguido por una dieta cuidadosamente planificada, individualizada para sus necesidades, que incluyó la eliminación de todos los alérgenos alimentarios y una dieta rotativa para ayudar a evitar que ocurran más reacciones alérgicas. Solo estos pasos produjeron una mejoría significativa en su digestión y una reducción en la cantidad de gases que el paciente estaba experimentando, lo cual le generó mucha felicidad. El paciente se sintió satisfecho de que, durante las dos primeras semanas, notó mejoras significativas en su digestión.
Le aconsejé que tomara algún tipo de entrenamiento autógeno e hice varias sugerencias. Comenzó a asistir a clases de Hatha Yoga con un maestro experimentado y el paciente informó sentirse más relajado y menos estresado. También comenzó a ir a una sinagoga para recibir servicios, lo cual informó, lo ayudó a sentirse más tranquilo y recibió consejos de su rabino sobre algunos problemas personales que estaba teniendo. Dentro de los sesenta días, el paciente informó una mejora dramática en sus niveles de energía, y también recibió comentarios de su supervisor expresándole su satisfacción al ver que su desempeño laboral mejoraba.
Análisis
Un estado de disbiosis, es decir, cuando hay una alteración de la flora bacteriana normal en el intestino puede provocar cambios en la membrana intestinal y producir reacciones alérgicas a los materiales ingeridos. Por lo tanto, es fundamental restaurar el entorno intestinal normal y las bacterias adecuadas que deberían residir allí y no solamente eliminar los alérgenos alimentarios.
Si un paciente está crónicamente ansioso y preocupado, esto mantendrá el tracto digestivo en un estado alterado también. Estar en el mundo natural, la biorretroalimentación y otras formas de entrenamiento autógeno, tomar medidas para mejorar la relación espiritual y mejorar las relaciones con los demás, incluyendo familiares, amigos y mascotas, nos ayudan a sentirnos más conectados. Esto mejora nuestra sensación de bienestar y salud en general.
Conclusión
Los casos anteriores ilustran la necesidad de identificar las causas detrás de por qué las personas se fatigan crónicamente (o enferman de otra manera) e instituir un programa de salud para ellas basado en los factores causales identificados. El uso de términos vagos como el “síndrome de fatiga crónica” es irresponsable por parte del médico, engaña al paciente y nos aleja de los caminos correctos que pueden restaurar a muchas personas enfermas a un nivel más alto de salud y un mayor disfrute de la vida.
El artículo fue publicado originalmente en inglés en www.goldbergclinic.com
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